ESCRIBIR PARA COMUNICARNOS (P.L.C.)

En un vídeo que trata sobre el P.L.C. (Plan Lingüístico de Centro), en la enseñanza nos gustan mucho las siglas y los acrónimos. El vídeo lo tenéis abajo del todo.

En mis cursos de Introducción a la Grafología siempre digo que "Es necesario en nuestra actual cultura volver a la lectura y a la escritura: la lectura nos ayuda, entre otras cosas a ordenar nuestra forma de pensar, a desarrollar nuestra imaginación, a descubrir mundos nuevos y maravillosos. Pero nos olvidamos de escribir, algo tan fundamental como la prolongación desde nuestro pensar a nuestra mano. El hecho de escribir disciplina nuestro pensar (no es lo mismo hablar que escribir lo que pensamos), posibilita la ordenación de nuestros sentimientos, se hace imprescindible para poder visualizar aquello que llevamos dentro y de otra forma no podríamos exteriorizar (escribir, dibujar, etc.), liberaliza en muchas ocasiones tensiones e impulsos inconscientes (garabatos o dibujos inconscientes cuando hablamos por teléfono o estamos escuchando a alguien), etc. Escribir a mano es necesario, yo diría  imprescindible. En los centros educativos se debería prestar más atención a este acto: igual que en matemáticas debemos, en algún momento, prescindir de la calculadora para agilizar nuestros procesos mentales, debería prescindirse de fichas, ordenadores, etc. y escribir a mano".

Nuestra vida va demasiado deprisa, está sometida a infinidad de estímulos visuales, se ve afectada por competencias que tenemos que lograr a toda costa para ser personas competitivas... Pero que hacemos con la personalidad.

Pienso que, en todo equipo orientador en el ámbito educativo, debería haber un grafólogo o terapeuta grafológico competente que preste su colaboración en estos asuntos. La manera de transmitir lo escrito, la caligrafía, la manera de transmitir nuestros sentimientos, la manera de comunicarnos es completa, con todo nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra historia. Por eso es fundamental una buena preparación, tranquila, sosegada, sin atropellos. La profesionalización a que hemos llegado en nuestra sociedad ha relegado a un plano privado el cultivo de la personalidad y estamos pagando las consecuencias de esta decisión.

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